Los clásicos buñuelos de viento en Madrid regresan un año más a las pastelerías de la capital para endulzar la festividad de Todos los Santos. Los tradicionales de crema, nata o chocolate conviven con sabores innovadores en una de las tradiciones más dulces y esperadas del otoño.
Con la llegada del 1 de noviembre, las pastelerías madrileñas se llenan de buñuelos recién hechos, elaborados con masa ligera frita, rellenos cremosos y una fina capa de azúcar glas que los convierte en un bocado irresistible.
Esta tradición repostera, profundamente arraigada en la cultura madrileña, sigue conquistando paladares año tras año, mezclando sabores clásicos con nuevas propuestas que sorprenden a los amantes de la repostería tradicional.
Los buñuelos de viento de crema pastelera, nata montada, trufa o chocolate continúan siendo los favoritos, pero cada vez más obradores apuestan por sabores innovadores como dulce de leche, tarta de queso, crema de castañas, praliné de avellana o incluso versiones veganas y sin gluten.
Una forma deliciosa de mantener viva la tradición sin renunciar a la creatividad ni a las nuevas tendencias alimentarias. Si te preguntas dónde comprar buñuelos de viento en Madrid, esta semana encontrarás opciones para todos los gustos.
Las pastelerías centenarias de Madrid como El Riojano (1855), La Mallorquina (1894) o Casa Mira (1842) siguen siendo un referente de calidad y tradición artesanal. Elaboran sus buñuelos siguiendo recetas transmitidas de generación en generación, cuidando cada detalle del proceso: desde la masa aireada hasta el relleno artesanal y el punto exacto de fritura.

En estos obradores históricos, el buñuelo no es solo un dulce: es memoria, familia y respeto por las tradiciones. Muchos madrileños mantienen el ritual de acudir cada año a su pastelería favorita, buscando ese sabor que conecta con los recuerdos de la infancia.
La campaña de buñuelos de viento en Madrid se extiende durante toda la semana previa al Día de Todos los Santos, con colas en las pastelerías más emblemáticas y encargos que se multiplican los días previos al 1 de noviembre.
Un año más, Madrid se rinde ante este pequeño gran placer del otoño, un clásico que combina historia, sabor y tradición y que, como la estación, llega para quedarse… aunque solo por unos días.